EPISTOLARIO DE AMOR CONTEMPORÁNEO (Artículo de opinión)
Por: MARÍA DEL PILAR RODRÍGUEZ
El arte de escribir cartas de
amor, una actividad que parece a simple vista oficio prehistórico, documentado
solo en novelas antiquísimas; por lo que sin embargo siempre he tenido una
devoción particular. Lo que no es raro, porque desde chica he disfrutado de
placeros antiguos.
Sin embargo, he sido sorprendida
en la época de los Twitter, los mensajes instantáneos y las indirectas por
facebook, por una porción no corta de mujeres contemporáneas que se devanan los
sesos para escribir una carta de amor correcta, que aunque lejos del papel y
vía electrónica; diga las cosas que son necesarias para el corazón pero que a
veces no se logran decir mirando a los ojos, ya sea por lejanía geográfica ó
simple y llana cobardía.
Decir “Te amo” sinceramente nunca
ha sido fácil, porque implica aceptar que el otro tiene cierto poder sobre ti.
Y si eso era harto difícil en la época que las mujeres todavía creíamos en los
príncipes azules; ahora cuando solo aspiramos a un hombre medianamente
comedido, decente e inteligente; decir esas dos palabras, es un parto en seco
de madre primeriza –lo que no se qué es porque no soy madre- pero, suena igual
de dramático que decir esas dos palabritas.
Y aunque según ciertas teorías
poéticas, el amor no necesita explicaciones; en la actualidad, no solo la
necesita, si no que son perentorias, porque no es solamente decir “Te amo”, si no asumir las consecuencias…
¿Eso que significará? ¿Será que
eso me compromete? ¿Ser novio todavía se usa? Y si somos novios ¿Cuándo será
prudente darle las llaves de mi casa? ¿Ó será que de plano no se las doy?... Y así,
florecen una cantidad de preguntas que nacen de la permanente incertidumbre
emocional en la que vivimos, de la suma de derrotas emocionales, de la ansiedad
de proteger la propia independencia; aunque en el fondo nos sentimos igual que
las princesas rosadas de los cuentos de hadas, pero en un mundo donde ya lo
real es casi nada y donde todo parece un juego, un entorno hostil a ese deporte
extremos de entregar el corazón.
Y es ahí donde entran de nuevo
las cartas de amor… ¿Qué mejor que una carta para hacer todas las preguntas sin
tener que pasar la vergüenza de que sean muy cursis?, ¿Qué mejor que una carta
para declararse y no tener que sufrir en vivo la tristeza de un no?, ¿ó que
mejor que una carta para poder repasar en silencio y a escondidas esas palabras
bonitas que nos endulzan el ego?
Las cartas de amor siguen y seguirán
siendo una necesidad del corazón, aún para aquellos que creen que se vive mejor
sin meter el corazón… Hasta esos perros noctámbulos, les llega el día en que
quisieran recibir una carta de amor de esa mujer que un día toco demasiado
profundo, hasta ellos han evocado la posibilidad de escribirla; pero llegado el
momento ó les gana la cobardía ó no tienen la habilidad.
Por ello, después de haber
escrito varias cartas de amor y desamor, de haber desparramado media alma en un
par de párrafos; en un día en el que quisiera escribir la más larga carta de
amor y no me atrevo, un día en el que me gustaría decir tantas cosas escudada
tras la pantalla que llevara mi corazón pero no mi rostro; he llegado a la
conclusión de que muchas penas se evitarían, si a manera de manual y para las
emergencias del alma, todos contáramos con un epistolario de amor
contemporáneo, de donde copiar las palabras propicias para decir de frente lo
que sentimos.
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