¿Por qué comprar arte?
Luis Caballero, curaduría en Schaller 2015 |
Aunque algunos puedan ver las aseveraciones anteriores
con algo de escepticismo, la historia tanto antigua como actual me dan la
razón, pero quizá la manera más fácil de comprobarlo sea dejarnos emocionar por
una obra de arte.
El arte es aquella creación humana que como decía
Kandinsky “toca el alma humana”. Esto quiere decir que nos genera sensaciones
tal cual lo hace un ser vivo, incluso por encima de que su autor(a) siga o no
con vida; y más impresionante aún: hay obras que logran hacerlo con infinidad
de personas, a lo cual se debe en gran parte su cotización como activos de gran
valor. ¿O cuánto crees que sería el precio de tú juguete más querido de la
infancia, si millones de personas se sintieran igual de conectados que tú con
ese artículo?
Las obras artísticas justamente por su capacidad de
comunicar mensajes directo a la emoción del público, transforman las atmósferas
donde son instaladas, impregnando el espacio con su naturaleza. Gracias a lo
cual es fácil distinguir entre un auténtico coleccionista de arte y un
comprador no experto: porque las decisiones del primero guardan una armonía
emocional, y el segundo compra movido solamente por tendencias o juicios de
valor comercial.
Es por ello que, cuando elegimos una obra de arte para
llevar a casa, abrimos la puerta a tener un portal sensible que nos estimula y
nos confirma la naturaleza de nuestras ideas, además de comunicárselas a
quienes nos visitan, he incluso a quienes contactamos por video llamadas o
teleconferencias si en el encuadre se logra ver la obra.
Así mismo, cuando elegimos una pieza de arte para
exhibir en nuestras oficinas o negocios, estamos compartiendo un símbolo, un
mensaje que puede enfatizar y potencializar el diálogo con nuestros clientes,
en un lenguaje muy eficaz, porque está más allá de las palabras.
Gustavo Vélez en el Palacio de la Inquisición. Curaduría 2015 |
¿Cómo saber si estoy escogiendo la obra de arte adecuada para mi entorno?, es bastante simple: uno, guiarse por las sensaciones que nos transmite la pieza más que por los efectos técnicos, dos, debe ser una emoción potente para que podamos disfrutarla por mucho tiempo y que no nos agote su presencia, tres, si tiene la posibilidad busque asesoría de un curador o experto que le confirme la calidad, cuatro, siempre exija y verifique el certificado de autenticidad. ¡Y adelante!
Considerada una de las llamadas inversiones no
tradicionales, es un sector que muestra crecimiento permanente, con
rentabilidades que van del 10% anual -en el aumento del precio de venta versus
el de adquisición- hasta crecimientos exponenciales que conocemos gracias a las
casas de subastas, los rankings de arte y otras fuentes de información
calificada.
La compra adecuada de obras de arte es un placer
rentable. Un activo de impacto positivo en el entorno personal y comercial,
además de un símbolo de estatus, nivel intelectual y potencialización de las
habilidades creativas.
Muchos consideran que ingresar al mercado de
adquisición de arte requiere de grandes sumas de dinero, y no es cierto. Pues
aunque una de las maneras más eficientes de preservar y rentabilizar un capital,
es a través de la adquisición de una obra de un autor posicionado con buena
proyección; también es un acierto adquirir piezas de artistas emergentes cuya
naturaleza nos impacte y conmueva, además de que identifiquemos sus buenas
posibilidades de crecimiento en el mercado del arte, lo que puede comprobarse
con asesoría y/o verificando exposiciones anteriores, la reputación de los
artistas con los que ha compartido muestras colectivas, y la trayectoria del
curador que regenta la exposición donde se vio la pieza deseada.
Obra de Esteban Sánchez. Exposición Casa del Embajador de España. 2015 |
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